viernes, 2 de marzo de 2012

Mirala Bien

¿No es igual a ella? Igual a esa chiquita que corretea en la plaza ahora, tan inquieta que inquieta. Esa chiquita con una trenzita en un costado y con una trenzita en el otro costado de su cabeza. Mirala bien, es igual. Llora y ríe. Juega porque quiere jugar y no piensa si esta bien o mal porque simplemente no piensa y no piensa. No quiere pensar, la vida es más fácil en su alma de niñita que tan cambiante es su humor que con un solo caramelo se contenta después de haber llorado hasta inundar sus cachetes tan rosa como el amor. Libertad. Se mueve y sólo quiere jugar, sólo es un juego y es no pensar, es un juego y es sentir, es un juego y es mucho más que un juego para jugar. Mira con ojos que el mundo no conoce porque sabe más que todos. La chiquita inspira ternura pero también cansancio e inspira canciones o escritos como este pero también agitación. Mirala bien, sólo eso es lo que te pido, que la mires bien. Cómo corre, cómo rie, cómo llora, cómo come, cómo es alma, cómo plaza verde, cómo sentimiento, cómo amor. Mirala, no desperdicies este momento, es tan amor que el amor parece ser ella y nada ni nadie más. No dejes escapar este momento, esta revelación. Mirala, no desperdicies el momento, que puede crecer y puede morir y entonces dejar de ser amor para ser nada o algo; como el amor que muere o se va porque se puede ir dejándolo a uno con la nostalgia de lo que fue esa edad, esa plaza, ese juego, ese amor.  Es igual al amor la chiquita con trenzitas que corretea en la plaza tan inquieta que inquieta, como el amor. ¿No es igual a ella el amor? Quizás nunca crecerá ni morirá o quizás lo haga cuando no estemos más.

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