domingo, 17 de mayo de 2015

Secreto.

Shhh, te voy a contar un secreto... no, no me vas a creer... mejor no te digo nada, sigo con mi vida.

Bueno, pero no te pongás así. Yo te cuento, pero vos creeme, porque sino pierde sentido el que yo esté acá, hablándote; y vos escuchando y haciendo como si nada, sin creer lo que digo.

Hablo en serio, él existe. Yo sé que está. Lo veo. A veces, él quizás también me vea.

Pero sí, estoy seguro de que él pasea por los mismos lugares que yo - a veces, los dos visitamos las mismas casas de té, o compartimos una ronda de mate tan grande que ni nos miramos fijamente-.

Ahora que pienso, no sé si el me conoce. Tampoco puedo asegurarte que yo lo conozca. En realidad es más una sensación... pero es verdad. Es una sensación tan real que me atrevo a asegurar que es cierto - aunque sea la sensación lo es -.

Bueno, te cuento bien. Su nombre no lo sé; alguna vez creí escuchar que lo llamaban al grito de Marcos, pero no estoy seguro. La verdad es que me asusta mucho; no él, sino lo que me pasa.

Siento que lo persigo. Sí, persigo gente.

jueves, 14 de mayo de 2015

Quiero.


Una mujer a la que no entienda.
No quiero que me enseñen, que me complementen (¿qué quiere decir esa palabra tan burguesa - que, ilusamente, supe repetir hasta oxidarla cuando chico - ?), que me amamanten.
Quiero no entender - necesito no entender-.
¿Por qué?, espero nunca saberlo.
Quiero no entenderla, y que ella no me entienda, y juntos no entendernos. Acariciarla, amarla, contarle historias aburridas; y que ella me mire como desentendida.
Que me pierda; que me lleve, me traiga (me vuele). Que me pasee por sus laberintos más oscuros de pasillos rectos. Y yo, gateando, asustado y feliz, la ame, acaricie, cuente historias... y ella me mire, desentendida.

lunes, 11 de mayo de 2015

A conciencia

La vida como un presagio latente. La vida como ausencia de muerte... como paradoja. Un tiempo que no se va, que decide quedarse y castigar. Muerte segura, futuro incierto, incertidumbre y sin embargo todo sigue igual que ayer, o más que ayer quizás. ¿Qué no es el tiempo? ¿Dónde no está? Y todo sigue igual que ayer... La vida como una trompeta que se desafina y da asco tocar y escuchar y se tira a la basura. La muerte siempre presente pero oculta, la muerte que mueve al ser. Y entonces caminamos y en esa caminata hay tiempo pero seguimos caminando como si nada. Pasamos el auto que está estacionado en la misma calle hace un mes, pasamos a una persona que vemos todos los días y nunca saludamos, pasamos a la gente que espera con un pucho en la boca el colectivo que los lleva al trabajo rutinario... todos los días pasamos. De golpe nos roban el celular. Tenemos miedo, tenemos angustia, tenemos bronca, tenemos que desviar el camino, tenemos que pensar, tenemos lo que no teníamos... como paradoja. Conocemos otras calles, los pájaros cantan otras canciones, la gente es diferente, los autos van en otro sentido y hasta los trámites son diferentes. La conciencia es diferente, y sin embargo la futura ausencia del celular estaba siempre presente. Al fin de cuentas un celular dura unos años o cuanto mucho, tu propia vida.