martes, 20 de diciembre de 2011

Cíclope

Que al caminar te miren todos los ojos que pasean. Todas las personas te ven con un solo ojo de cíclope mientras cierran el izquierdo. Te sentís diferente y te sentís observado, pero te divierte y hasta te reís. Lloras alguna lágrima de felicidad en forma de canción. Te miran más todavía y te divertís más todavía. También está el sol que te mira redondo como un ojo, y si no es el sol es la luna de la noche. Seguís con los ojos bien abiertos y sonreís, siempre diferente a todos, siempre diferente a ellos. Entonces empezás a pensar en esa diferencia que te hace único aunque no mejor, quizás hasta todo lo contrario. Buscas en lo profundo y entonces las lágrimas no son más de felicidad, las canciones son baladas tristes y los ojos los tenés más cerrados que nadie. Te das cuenta que las miradas son de desprecio, que les cuesta verte con los dos ojos porque algo anda mal y la diversión es simple depresión. Todo se transforma cuando ves en tus problemas y te acordás de que esos eran ojos y no miradas, de que eran cíclopes y no personas, de que era oscuridad y no el sol, de que era muerte y no vida. Te preguntás todo de nuevo, causa de esa inseguridad. El pozo es más hondo y más oscuro, tanto que no sabés por donde entraste y por lo tanto por dónde salir. Los cíclopes se rien de vos, de todos tus problemas y tu familia no está.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Descuido

Cuando camino pienso en todo y como negarle ese espacio a la flor que pisé hoy a la mañana, en ese parque tan lleno de palomas y guitarras. Es que me descuidé y la pisé. No es un simple descuido, es un ciclo de descuidos. Yo me descuido y piso una flor, la flor muere descuidando una posibilidad de regalo para una pareja de enamorados, que a la vez se descuida de pisar otra flor en la misma plaza que yo camino. Enamorados descuidados, unidos por completa complementación. Complementación que trae consigo una contradicción, porque no es más que ello, porque si se contradicen se complementan. Empecemos por este caso, una flor que muere no es más que una pareja que vive; o un día que para ser un día necesita del sol y de la oscuridad de la noche. Pero también dentro de la complementación, y por ende de la contradicción, nace la imposibilidad que empieza a tomar partida por ser más posible que creer que lo que uno imagina existe en el fondo de algún mar. Esa imposibilidad, esa complementación, esa contradicción que nace de que uno sepa que lo ama y el otro no, de que uno quiera más y el otro no, de que uno pise la flor y el otro no, de que uno pida y el otro de, de que quiera guerra y el otro paz, de que para uno el otro es menos y para el otro más. La contradicción hace a la imposibilidad, pero al traer la posibilidad de la complementación surge la esperanza de complementarnos. Sin embargo, noto que nacen otros descuidos, pero me tienen sin cuidado ahora, porque ahora vuelvo a la plaza para seguir pensando en esas parejas que pisan flores, en esa complementación entre todos ellos, en esas contradicciones que parecen separarnos pero que pueden unirnos en esa imposibilidad tan llena de posibilidades, y entonces arrancar esa flor para que nunca más sea descuidada, para cortar un ciclo y volver a empezar. Regalártela y volver a empezar, esta vez sin descuidarte, complementándonos.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Señales

¿No seremos todos señales de algo? ¿Será que nos falta descubrir qué es eso por lo que estamos? Mientras tanto vivamos, que el tiempo nos dirá. Pero vivir no significa dormir, no significa simplemente estar. Aunque alguien llore seguir de largo, aunque alguien tenga problemas seguir de largo, aunque sientas que podes dar más seguir de largo, eso no es vivir. Si quieren escuchar música, que escuchen tu voz, si necesitan una mano, dale las dos, si necesitan una sonrisa dale la del sol, que siempre vuelve a salir para aliviarnos con su calor, después de una noche fría y oscura. Que en la vida no es todo dolor. Que todos somos señales, todos somos ángeles.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Volar, Volar

Miré al cielo y sólo vi cómo lloraban los árboles. Algunos se jactan de que es simple transpiración pero no puedo creer en eso, hay algo más, siempre hay algo más. Quizás sangraban simple agua, quizás lloraban. Eso debía ser, lloraban. Lloraban tristeza de no poder moverse, de no poder estar cerca de alguna otra cosa, de la eterna inmovilidad. Lloraban el quedarse siempre en el mismo lugar, de no poder salir a buscar más. Lloraban el no poder estar tan cerca tuyo. Y aunque la naturaleza no sea sabia, sí lo es el que la creó. Lloran los árboles de la quietud, pero esas lágrimas caen al piso y se convierten en flor. Se convierten en esa flor que arrancan los chicos alegres, las parejas enamoradas, los viejos para sus mejores amigos difuntos, o que simplemente quedan para alimentar un paisaje que supera la razón. Pero para vos, se buscó un camino diferente y se te dio un espíritu libre. Tu alma necesita volar, volar rompiendo con ese cielo de papel que te limita. Yo me encargaré del resto, y la flor la voy a arrancar, para hacer feliz a un árbol, hacerme feliz a mi y a un alma que vuela. 

jueves, 1 de diciembre de 2011

Pendencia

La vida se trata de depender o no depender. Las cosas dependen de uno y uno depende de las cosas de las que trata de independizarse continuamente. Nadie busca simplemente pender, estar en el aire, suspenderse. Ese es el umbral que nos separa de los demás como una plaza con lluvia separa la alegría y la melancolía. Como pudiera independizarme de esa imagen: vos y la plaza, vos y los edificios. Estoy pendiente de todo, todo pende de mí. Pero he aquí la propuesta. Pendamos juntos, el uno del otro. Yo te veo pender y vos me ves pender, todos pendientes de nosotros pero nosotros no pendientes de ellos. Y no es la soledad el estar sólo, sino el estarlo cuando en realidad dependemos de los demás. No quiero soledad, no quiero depender ni independencia, solo busco pender con vos y que vos pendas conmigo. Flotemos en un aire que no existe y vivamos sin respirarlo, simplemente inventarlo y admirarlo. Que todo sea nuestro aunque no nos pertenezca, que todo sea nuestro aunque no dependamos de ellas. Que pendan los edificios, las plazas, yo, vos y nuestro aire tan propio.