lunes, 22 de febrero de 2016

Buenos Aires Fever

Que linda te ves Buenos Aires
Que linda te ves con tu vestido de verano,
con tu pelo marrón cayendo en tus hombros.
Que linda que estás con tu mirada morena, arrogante,
sin sonrisa en el semblante.
Que bien te ves cuando caminás con tu forma casi europea y casi latina
tan argentina.
Tus labios gruesos, tus labios finos,
la altanería en tus palabras,
las chicanas.
Tus calles misteriosas Buenos Aires.
Ese que se yo en tus tardes.
Las casas que son menos
y los departamentos.
Cuanta vida en tus palabras,
tus letras, tu literatura
Charly García y sus grasas.
Belleza al sentir tu transpiración
húmeda en las paredes, en los trajes. Los tacos.
Los bondis llenos, los insultos altos.
Que linda Buenos Aires que es tu lluvia
que vacía las calles y lo tiñe todo de gris oscuro
y que en su paso, paso de mujer que arrasa,
me brinda la calma y la tormenta del momento justo.
Buenos Aires si supieras como te ves
con tus luces, con tu sol y con tu luna;
con tu vida,
con tu noche siempre más nocturna.
Ay Buenos Aires, que linda que te ves con tu vestido de verano.
Con tus piernas, con tus ojos café, con tu cintura perfecta.
Con tu mirada interesante, con tus fantasías perversas.
Ay Buenos Aires, que linda mi Buenos Aires.

Problemas del colectivo

      Él está sentado en el último asiento del colectivo. En la parada de Scalabrini y Cabrera se sube ella que pide al colectivero el boleto hasta Facultad de Derecho y se posa en las barandas para discapacitados. La mira, distrae su mirada por la ventana y la vuelve a mirar. Desvía la mirada nuevamente intentando esquivar el contacto visual. Pensar y mirar, es lo único que hace y lo hace sin parar. Su cabeza es un torno con sus vueltas y ruidos.

     Sol Do y una nueva canción. Adentro. Se levanta del asiento, camina hacia donde esta ella y empieza a hablar sin freno: "Sos un problema. Desde que te subiste al bondi sos un problema. Uno hace su viaje de todos los días (o no), uno esta en su zona de confort y de golpe se sube un problema. Te subís y entonces mi cabeza arranca: "¿Le hablo o no le hablo? ¿Qué le digo? ¿Y si me rechaza? Mi orgullo, mi autoestima. ¿Y si no le hablo y mañana ya me olvido de esa mina que se subió al bondi cuando iba a visitar a mi vieja y así chau problema? ¿Y si no le hablo y me pierdo de algo importante, básicamente de vos? Ademas... ¿y si no te puedo olvidar después? Ya está, le hablo, problema solucionado. Pero esperá, no termina ahí, ahora ¿qué le digo? Y la cabeza de nuevo arranca: "Si le digo tal cosa quedo como un nabo (¿no es siempre así cuando se encara a una mina?), si le digo tal otra quedo como un loco, si te digo otra boludez va a ser lo mismo que cualquier otra persona." Resuelvo entonces que te voy a decir algo original, que no te persigas y a la vez sencillo, bajo perfil. Hasta ahora entonces, te subiste al bondi sin decir nada y ya fuiste dos problemas para mi. ¿Te das cuenta, no? Obviamente la cosa sigue. El rechazo o la aceptación. Tengo que tener una reacción pensada para cualquier ocasión. Si me rechazas me destruís, quedo mal parado frente a toda la gente del colectivo y claramente la opción más lógica sería bajarme y seguir caminando a lo de mi vieja como para despejar de paso. Esta opción hace que me replantee mínimo tres veces más el primer problema. Tenemos un problema más que lleva a repetir el primer problema encima. Tres problemas sos y eso que me cuento sólo a mí. Quizás para algún otro del bondi también generes algún problema y seguís sumando y sumando. Por otra parte, si me aceptas voy a estar más contento pero tengo que seguir la conversación. Tengo que prometer que sea fluida, que siga interesándote, hacerte reír o al menos pensar, lo cual, provoca otro problema porque implica cierto esfuerzo y talento. Al principio la conversación sería más rígida y dura, pero después, entrando en confianza, sería todo más fácil y daría gusto pero surge otro problema. A esa altura de la conversación probablemente alguno de los dos tenga que bajarse porque llegó a su parada. Decisión, nueva decisión. ¿Me bajo o me hago el boludo unas paradas más para seguir hablando? Y si te bajás vos, ¿me bajo y te acompaño caminando por más que quede lejos de donde tengo que ir? ¿Me bajo en lo de mi vieja y te dejo bajar sola para no ser tan obvio? Cuando decido eso, que claramente, y por más que lo medite mucho, lo decidiría en el momento, llega la despedida. Otro problema más y seguís sumando. A todo esto, se subió más gente y sos problemas nuevos para esa gente nueva también así que tenés más porotitos. Volviendo, en la despedida tengo que ver cómo hacer para mantenernos en contacto. ¿Tengo que pasarte mi celular o vos me pasas el tuyo? Si te paso el mío el poder lo tendrías vos y probablemente no me escribas. Si me pasas el tuyo me pongo nervioso para teclear y ademas no quiero que nadie escuche tu número más que yo. Siempre hay probabilidades de que pifie algún número, de que mientas o escuche mal. De poder superar esos problema a la hora de anotar tu celular (y eso que no hable del momento en que te lo pediría, más problemas) queda el momento de empezar a hablarte. ¿Mensaje? ¿Whatsapp? ¿Llamar? ¿Con qué excusa? ¿Qué digo? ¿A qué hora te hablo? Igual prefiero ni hablar de eso porque eso lo haría estando en mi casa y ahora estamos en este colectivo. Como ves, sos miles de problemas para mí, pero eso es lo que quiero: problemas. Cuando subiste al bondi y te vi, supe que eras un problema pero que valía la pena, que había que superar. Que aburrida sería la vida sin problemas, sin obstaculos. Soy Federico, ¿cómo te llamás vos?"

     La chica tocó el timbre rápidamente y se bajó sin voltear nunca su mirada del frente, hace 15 minutos. Él nunca dejó de pensar e imaginar. Nunca se paró aunque le hubiese encantado. Nunca dijo nada. Nunca enfrentó un problema. La gente se divide entre los que elijen vivir y los que se dejan vivir por la vida. Los que viven y los que en realidad lo único que hacen es morir día a día.

viernes, 19 de febrero de 2016

Todas las hojas son del viento

Jugamos ahora que las hojas que caen son el tiempo y es siempre más corto el invierno aunque las canciones digan lo contrario. La fuerza es ahora el viento que empuja. El tiempo entonces se nos hace tan subjetivo. Las hojas que caen son nuestras y el viento nos las quiere sacar. Y siempre al fin de cuentas todas las hojas son del viento, y ya no hay nada que yo pueda hacer. Ya no jugamos, ahora. El tiempo se fue con su fuerza.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Llanto de mujer

Me da miedo morir pero más miedo me da tu llanto.
Me da miedo escucharte. Irrupciones y espasmos, respiración irregular...
palabras que no salen.
Me da miedo tu labio inferior pesando y el superior tensándose.
Me generan terror tus lagrimas brotando de tus ojos,
y tus ojos tristes y caídos, llenos de cristales me escandalizan del susto.
Tus cejas fruncidas recorren mi espalda llenándola de escalofrios.
El recorrido del agua en tus mejillas me atemoriza más que la muerte.
Más que la muerte propia, la muerte de un pedazo de tu inocencia, de tu amor, de tus lágrimas saladas en tu boca;
la tristeza pura en tu alma.
Me da más miedo abrazarte y no saber qué hacer, desesperarme en tu llanto
desesperado
Tus párpados mojados me empapan de horror.
Tu pelo largo de mujer en mis manos que no saben consolar
Tu saliva pegajosa e invasiva me invaden.
Tu llanto me asusta
más que la muerte
Tu llanto
Mi muerte.

sábado, 6 de febrero de 2016

Desacuerdo

Dos personas se ponen de acuerdo en desacordar. Dos cuerdos desatan sus pensamientos. Dos locos libres de toda cuerda. Los zapatos sin cordones no les pesan. Pero los demás no andamos asi. Una soga es nuestra única seguridad. Estamos colgando de un hilo. Los cuerdos a cuerda andamos y una cuerda es nuestro sostén y otra más es nuestro camino, el único camino. Entonces nos ponemos de acuerdo en desacordar y los zapatos sin cordones no pesan más. Saltamos.

jueves, 4 de febrero de 2016

Bon Voyage

Bolsos de un viaje en el piso. Recuerdos, anécdotas en el piso. Música lenta y nostálgica en la cocina. La transpiración y el calor, los protagonistas. Un sol que quema los cuerpos sumergidos en alcohol, deshidratación. Una botella de agua por fin fría junto con un ventilador que gira en la búsqueda de nada., la única lucha. Nos encontramos dentro del despelote, dentro de lo extraño y ajeno. Ninguna tierra es nuestra, simplemente está y estamos, y no pararemos de conocerla. Bolsos de un viaje en la espalda transpirada. Recuerdos, anécdotas en nuestro porvenir. No pararemos de conocerla.