martes, 14 de marzo de 2017

Defensa

Somos animales de defensa. Simplemente somos defensa frente a nosotros mismos. Somos significantes con un sentido inventado por otros. Somos un lenguaje, un invento de nadie. Somos nada entre la nada. No somos. Queremos ser y no somos, contradicción. Para querer hay que ser, pero queremos ser y no somos. Somos ausencia, una palabra que evoca lo que no está, lo que no somos, algo que nunca captura realmente. No somos demanda sino deseo. Somos deseo alienado y alienante. Somos lo imposible detrás de la categoría. Entonces no somos. Somos lo innombrable, lo todo y entonces la nada. Somos contextos de palabras que se construyen con el contexto mismo y nunca son por si mismas. Somos en relación al otro que no es nada, que a la vez es en relación a otros que no son nada. Somos un espacio y un tiempo, pura ausencia. No estamos prácticamente en ningún lado pero nos pensamos. Palabras y lenguajes y más cosas que no son y alguna ausencia allá y nunca estoy en el lugar que quiero y nunca estoy en el tiempo que quiero y es solo un salto para ser eso que somos: nada... Defensa frente al ser algo, al ser alguien. Un empujón que es atracción pero que nos da vértigo, y entonces de vuelta somos defensa ante el ser real. Ése vértigo que nos defiende del salto que ansiamos, ante lo único verdadero. Ese vértigo que nos defiende del agujero real e innombrable, de lo imposible de simbolizar. ¿Y por qué este momento y este espacio? ¿Por qué este vértigo? ¿Por qué pensar es peor que vivir? ¿Por que la defensa... siempre la defensa?