lunes, 21 de agosto de 2017

Homero

Él era Bautista. Uno de los que se dice "chico bien". Tuvo una educación en un colegio privado con compañeros de clase media-alta y estudiaba en la Universidad con un futuro promisorio. Le gustaba la música, el cine, podía ir al teatro seguido y leía libros caros y modernos. Una serie, varios libros y alguna canción que otra lo hicieron querer parecerse a alguien más. Quería parecerse a un chico de barrio, que camina las calles de casas bajas cercanas a alguna Villa saludando a los vecinos y a los vagos. No sólo quería parecerse, quería ser. Su vida le parecía muy cómoda y por lo tanto injusta frente a tanta incomodidad ajena. Quería ser alguien que trabaje para poder llegar a fin de mes sin tener muchos lujos ni beneficios extras. Quería tener que hacerse sólo. Quería salir temprano de su casa para volverse muy de noche y cansado. Hasta quería sufrir alguna injusticia salarial. Quería ser Homero. Tanto quería que comenzó a llevarlo a cabo. Se mudó de barrio con poco y con lo que podía buscó un trabajo. De a poco se fue convirtiendo en lo que quería ser. Los días eran largos y agotadores. Los vecinos lo conocían y participaba de actividades en la organización barrial. Los fines de semana tenía suerte si podía comer algún asado. Cada tanto visitaba a su familia aunque era cada vez menos seguido ya que ellos le insistían a que vuelva a su estilo de vida anterior. Los domingos en la popular de la cancha (nunca más platea) del equipo de su barrio y algún sábado en algún bar con alguna cerveza de mala calidad. Y así él vivía contento. El tema acá es que él no era Homero. El tema es que nunca iba a ser Homero. Él pudo elegir. Él siempre podrá elegir.

sábado, 19 de agosto de 2017

Soy Leyenda

Cuenta la leyenda que un hombre, mientras volvía del trabajo en su auto, dijo para sus adentros: “Cuando termine esta canción me bajo”. Minuto 3:18 y seguía manejando. Daba vueltas y no para buscar estacionamiento precisamente, sino para hacer tiempo (como si pudiera hacerse) a que la canción termine. La canción terminó. El hombre no se bajó. La canción que proseguía también lo incentivaba a hacer tiempo; tiempo que se va. Pasó lo mismo con la siguiente canción. El hombre ya se dirigió a un local de comida rápida con servicio para autos. El hombre ya se dirigió a un auto-cine. El hombre no se bajó. Cuenta la leyenda que el hombre murió en su auto luego de meses de sedentarismo. Cuenta la leyenda que el hombre murió con una sonrisa. También cuenta la leyenda que el hombre había programado para que siempre que se termine, se repita automáticamente el cd Pescado Rabioso 2.

miércoles, 16 de agosto de 2017

Sobre llegar tarde

Camino y camino. Un pie retrasado se adelanta y entonces deja retrasado al otro. Y así, continuamente, se avanza. Adelante: el colectivo, la verdad, la vida o una piba. Otros pasos más y estamos más cerca pero el tiempo nos transpira. La llegada: ese capricho de niño amenazado por el tiempo que se ríe de nosotros. Y si es temprano no se está preparado y no se aprovecha totalmente; y si es tarde ya no vale la pena, no sirve o se fue. Y se va; siempre se va: el colectivo, la verdad, la vida... la piba. Se fue.

viernes, 11 de agosto de 2017

Ningún pibe nace

"Ningún pibe nace chorro". Esa falta tan divinizada. Esa queja constante y sostenedora. Esa homeóstasis. Ese mirar al piso: ese mirar las baldosas flojas mientras nos chocamos con el resto de las personas, los árboles y columnas y así vamos por la vida; a la espera de otro golpe o de la muerte quizás. Entonces pienso que ningún Aristóteles nació Aristóteles y ningún Freud nació Freud. Construcciones históricas, artefactos de una época siempre retrógrada, siempre un paso atrás, siempre tan poco realistas en una realidad que avanza. Ideas que se quedan atrás, pero viajan sin pensarlo un segundo en discursos sociales, en aulas, en universidades, en libros y a través de bocas autorizadas que no lo piensan un segundo yendo a oídos autorizados que no lo piensan un segundo. Ningún talento nace talento. Nada nace. Lo construído construye desde lo construído y sobre lo construído. Seguimos chocándonos viendo las baldosas flojas y los pozos, descuidando que hay otra gente y un cielo arriba con sus propias complejidades e irregularidades significadas. Descuidando que se puede construir también de otra forma que no niega la anterior sino que la completa; el camino es el mismo. Y que aunque arriba y abajo no quieran decir gran cosa cuando ya no se sabe dónde se está, saber que hay un arriba también y el piso ya lo conocemos de memoria.