lunes, 11 de mayo de 2015

A conciencia

La vida como un presagio latente. La vida como ausencia de muerte... como paradoja. Un tiempo que no se va, que decide quedarse y castigar. Muerte segura, futuro incierto, incertidumbre y sin embargo todo sigue igual que ayer, o más que ayer quizás. ¿Qué no es el tiempo? ¿Dónde no está? Y todo sigue igual que ayer... La vida como una trompeta que se desafina y da asco tocar y escuchar y se tira a la basura. La muerte siempre presente pero oculta, la muerte que mueve al ser. Y entonces caminamos y en esa caminata hay tiempo pero seguimos caminando como si nada. Pasamos el auto que está estacionado en la misma calle hace un mes, pasamos a una persona que vemos todos los días y nunca saludamos, pasamos a la gente que espera con un pucho en la boca el colectivo que los lleva al trabajo rutinario... todos los días pasamos. De golpe nos roban el celular. Tenemos miedo, tenemos angustia, tenemos bronca, tenemos que desviar el camino, tenemos que pensar, tenemos lo que no teníamos... como paradoja. Conocemos otras calles, los pájaros cantan otras canciones, la gente es diferente, los autos van en otro sentido y hasta los trámites son diferentes. La conciencia es diferente, y sin embargo la futura ausencia del celular estaba siempre presente. Al fin de cuentas un celular dura unos años o cuanto mucho, tu propia vida.

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