viernes, 9 de marzo de 2012

El cielo, el Paraíso y el Ángel

Me pongo a pensar en que la profundidad empieza con una superficie. Y también me pongo a pensar que la superficie es lo que detestan los que supuestamente son más profundos. Pienso en el color del cielo comparándolo con el color de algunos ojos y pienso en los ángeles inmediatamente. Y pienso en esos escritores que hablan de sueños. La vieja de la plaza que estaba sentada en el banco con su radio en la mano oyendo noticias que a nadie le importaban. Lloraba pero no por la noticia sino porque a nadie le importaba nada a nadie le importaba todo. Todos caminaban y caminaban y nadie miraba a nadie ya. Pero yo me ponía a pensar. Esos ojos azules, cuantas lágrimas lloraron dejando fría a su cara como la muerte y es que quizás estaba muerta y viva. ¿No las habría gastado todas a esa edad? Y esos ojos y el cielo. Y el cielo y esos ojos. Y pensar en que el cielo no existe. Quizás es simplemente el paraíso, pero el cielo no existe. Un lugar físico… ¿Cómo pensarlo? ¿Cómo andarlo si después seríamos sólo alma? Sólo alma pero no solas. Iríamos de aquí para allá y aquí y allá no son lugares. Haríamos lo que más nos gusta pero sin hacerlo sino con el simple sentir de la satisfacción que eso nos producía. Y escritores que hablan de sueños, que hablan de que son proyecciones de algo que va a pasar. Que el alma se separa y visita el paraíso cuando el cuerpo duerme. Y no se si será real o sólo buscan la eternidad escrita en frases, pero algo tiene que haber allá, por lo menos para ella que no lloraba pero estaba triste porque nada era igual. Algo tenía que haber después de todo. El final es siempre un comienzo, no podría no haber comienzo. Caprichosa la muerte, caprichosa y tan azarosa que no es al azar. El paraíso y el banco tienen tanto en común; la superficie y lo profundo tienen tanto en común; esos ojos, el cielo, ese paraíso y ese ángel. Lloraría para que exista ese paraíso pero es en vano llorar. Reiría para que el paraíso sea realidad y entonces lo es. Y el paraíso es real porque entonces me doy cuenta que la vieja está triste pero no llora en su banco de la plaza angelical porque es en vano llorar; me doy cuenta que siempre va a haber algo más allá; me doy cuenta que siempre hay más profundo en la superficialidad y la superficie es la vida… Y no siempre es en vano llorar. Chau ángel de la plaza, gracias y chau.

No hay comentarios:

Publicar un comentario