lunes, 30 de enero de 2012

Mi Rincón

Camino en la arena y lo veo caminando a él. Es tan rara su mirada, es tan rara su persona, y la palabra "raro" no me gusta. Veo que sus ojos se pierden en los colores de los diferentes granos de arena e imagino que se le escapa una lágrima. Yo miro al cielo y se alejan las nubes, esas que lloran el estúpido cliché de la lluvia. Entonces me mira él y entiendo su percepción pero me pongo a pensar en otras cosas que nadie ve. Es que los dos caminamos un piso que alberga muertos de épocas olvidadas y aunque corra como lo hice, sigo condenado a esa muerte. Las nubes se siguen alejando de mi a una velocidad que nunca había visto en esa blancura tan pálida, y yo me achico en un rincón mientras él camina toda la playa, mientras él mira la arena y mientras, imagino yo, llora. Desde el rincón veo más gente que camina, miran adelante sin mirar y yo estoy tan feliz en mi rincón. Todos hacen lo mismo, todos son tan raros. Buscan en la inmensidad de la playa algo que quizás yo encontré en un simple rincón. Miro el mar y ellos no lo miran. Lo contemplo, pero no me animo a nadarlo por todas esas velas negras. No lo entiendo a él que camina, no los entiendo a ellos que caminan, todos iguales buscando algo en la eternidad. Lloro por ellos y también lloro por mi felicidad y me imagino que ellos lloran. Son tan raros ellos, todos iguales, yo ya encontré lo mío, ya te encontré rincón de la infinita playa.

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