martes, 21 de febrero de 2012

Esquizofrenia

No los veo pero están. Estoy seguro que están. Giran tan invisibles alrededor de mis ojos. Ahora los veo y los demás no, y los demás dicen que estoy loco. Quizás tengan la verdad en sus palabras pero vivo la alegría de la locura y no tienen razón aunque la tengan porque no son felices. Lloran sus almas y ellos siguen dando vueltas tan contentos y los veo y nadie los ve. Me excita la idea de saber que son solo para mi y que me hablen los invisibles tan visibles. Los veo y caminan ahora pero no los veo más porque me hablan. Que no la necesito, que la necesito, que llore y que sonría. Quemar no es una opción me dicen, es la elección. Cambiar la vida, cambiar no significa morir sino aprender a vivir. Consejos que salen de sus ojos, de mi mente, de sus voces tan dolorosas. Ahora lloran los invisibles y me hacen llorar porque es todo tan triste, es todo tan feo. No puedo creer lo que pasa, y ellos, los locos tampoco lo creen. Calambre en el alma y la música ya no me anima. Que regale flores y una pistola me dicen y les hago caso pero entonces compró la flor a ese árbol que no habla en la plaza y la pistola me la quedo para mi, por las dudas. Pero no, cambiar no es morir, cambiar es aprender a vivir. Las voces se van y yo ahora río porque recuerdo todo y me pongo a llorar porque los voy a extrañar, por un rato nomás. Las voces se van, querida esquizofrenia, te regalo una flor, y la pistola se la di a algún ladrón de almas. 

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