Otra vez se llena el cilindro
de acero inoxidable.
Casi automáticamente
prendo la lámpara del escritorio
y cebo un mate.
Algo de música (nada con letra),
y otra vez los autos por la calle
callan mis propias voces - con bocinas -
Un perro ladra a la ventana,
el dueño protesta sueño
con un bostezo.
El perro ladra ahora a un árbol,
y el hombre se desvela
al tirar de la correa.
La calle se termina para
estos personajes.
Un perro y un hombre
se perdieron en la
oscuridad de la esquina. Se oye un último ladrido
- no se distingue a qué ladra -
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