Nos despertamos. Nos llevan al fondo de la casa y nos invitan a jugar. Todo está bien por ahora. Pisamos el pasto con nuestros pies, tocamos la tierra con nuestras manos, nos caemos y sale una frutilla en nuestra rodilla. De la caída sale un fruto, siempre. Nosotros y el jardín.
Pasa otro día y nos despertamos. Nos ponemos las zapatillas, nos atamos los cordones y pisamos el asfalto para ir a lo de alguien más que nos invita a jugar. Leemos las instrucciones, tiramos unos dados que nos indican a donde ir y hacia allá vamos. Nosotros y las reglas.